martes, 24 de agosto de 2010

Productos milagro

Los “productos milagro” son herederos de los famosos timos de la estampita o tocomocho. Se aprovechan
de la ansiedad de las personas con algún problema físico (obesidad, alopecia…) para atacar su ego con nocturnidad (más bien “matinalidad” que es cuando más se ven sus anuncios) y alevosía. No es extraño ver en televisión cuerpos perfectos diciéndote que antes eran gordos y que sólo con un par de pastillitas o 5 minutos de “gimnasia diaria” en su super-magnífico-espectacular adelgaceitor 3000 conseguirás un cuerpo igual que el suyo. Sale la foto del antes y el después, con una persona obesa, triste, con cara de pena… y al lado esa misma persona después de haberse tomado las pastillitas y usado 5 minutos unas semanas el superadelgaceitor. La segunda fotografía ya nos muestra a alguien sonriente, feliz y orgulloso de su cuerpo. Antes incluso nos lo ponían metido en sus antiguos pantalones para que viésemos el cambio, pero ahora prefieren la foto en biquini o bañador para que podamos comprobar que a pesar de haber perdido 30 ó 40 kilos en un mes sigue teniendo carnes prietas y piel tersa. Este engaño es con alevosía porque se anuncia cuando frente al televisor está la persona sola, bien por horario laboral o por horas intempestivas.
No es gratuita esta elección de horarios, pretenden pillarte solo, desprevenido y sobre todo, sin que puedas comentarlo con nadie. Ahí estás tú, frente al televisor viendo cómo gente con más sobrepeso, menos pelo… lo pierde o recupera, según sea el caso, con unas pastillas “totalmente naturales” por supuesto. “¿Y si fuese verdad...?”, y como no hay nadie para discutirlo te dejas llevar por la esperanza. Incluso te hacen una “maravillosa oferta sólo si llamas ahora” en la que te dan no uno, sino DOS botes de pastillas que te permitirán quitarte esos kilitos y recuperar la figura. Intentando dar una sorpresa a tu pareja, imaginando a amigos y amigas diciendo “hay que ver cómo estás adelgazando”, “se nota que vas al gimnasio, se te ve
más fuerte”. Y te sonríes en tu sofá mientras marcas ese número para llamar ahora y recibir dos botes de estas pastillas que “ordenan a los depósitos de grasa de estómago, nalgas y caderas que la envíen al músculo
para que se queme” (palabras textuales de la publicidad de alguna de estas pastillas). Y esperas  pacientemente unos días hasta que llegan las pastillas o el adelgaceitor 3000, o los dos. Y empiezas ese tratamiento y no notas nada, sí alguna diarrea o el estómago “raro”, pero no la prometida bajada de peso,
ni que tus músculos afloren, ni que en tu estómago se vea esa “tableta de chocolate” que tenían los del anuncio. Al principio te culpas a tí mismo, piensas que no lo has hecho bien, que deberías haber hecho dieta,
pero las pastillas no dicen nada de dieta, “puedo comer lo que quiera, que elllas se encargan de abrir los depósitos de grasa”. Y claro, no lo comentas a nadie, no gusta reconocer que te han engañado, que has comprado un bote de pastillas --el otro era de regalo--, que no sirve para nada, que el superadelgaceitor
3000 es de plástico y que lo único conseguido en 3 semanas es dolor de espalda y agujetas espantosas, no has bajado las 4 tallas prometidas, tus piernas no han perdido celulitis y no te sientes “más sano y ligero”. Y a lo mejor has tenido suerte, al menos tu salud no se ha resentido, no has tomado nada que provoque problemas serios, que interaccione con tu medicación, que altere el estómago, que produzca insomnio… En fin, que todo quedará en que te han timado 60 euros y no ha sido con el timo de la estampita, pero casi.
PD: No hay problema, porque acabo de descubrir una maravillosa pulsera con siete pares de piedras semipreciosas dotadas de 3.600 gauss de potencia que me ayuda a superar el estrés, la migraña y la depresión.
(Esto lo escribí en el periódico del SES en Marzo de 2009, pero he querido recuperarlo)

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